بسم الله
الحمد لله نحمده
ونستعينه وتسنغفره ونعوذ بالله من شرور انفسنا ومن سيئات اعمالنا واشهد ان لا
إله إلا الله وأشهد أن محمد عبده ورسوله
وقال تعالى.
“Y trata de ganarte el Paraíso con lo que Dios te ha concedido, y no te olvides que también puedes disfrutar de lo que Dios ha hecho lícito en esta vida. Sé generoso como Dios lo es contigo, y no corrompas la Tierra; ciertamente Dios no ama a los corruptores.” (28:77)
Un Equilibrio entre las Necesidades del Alma y las Necesidades del Cuerpo
Muhámmad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) trajo con una revelación de Dios, presentando una religión compatible con la naturaleza humana – una religión que satisface las necesidades del alma y también las necesidades del cuerpo, y que establece un equilibrio entre las acciones mundanas y las que se hacen buscando la complacencia de Dios. El Islam es una religión que disciplina los instintos y deseos sin suprimirlos por completo como en otras culturas o religiones que se obsesionan con ideales contrarios a la naturaleza humana, privando a los religiosos entregados a la adoración de derechos humanos naturales como el matrimonio o de reacciones naturales como la defensa contra la agresión. Esto llevó a que sociedades enteras rechazaran las enseñanzas religiosas y se sumergieran en el mundo material que sólo sirve a los cuerpos y deja a las almas en un estado de completo abandono.
Quien envió a Muhámmad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) con el mensaje del Islam no es otro que Dios, el Creador de todas las personas. Él sabe lo que es mejor para los individuos y lo que es compatible con su naturaleza, sus tendencias, sus aptitudes y necesidades. La naturaleza humana necesita expresarse, y si se pervierte o corrompe, dañará y desestabilizará la vida del hombre sobre la tierra y provocará enfermedades psicológicas y sociales trágicas. Esto es lo que de hecho ha sucedido en muchas partes del mundo, en sociedades que promueven dichas formas de oposición a la naturaleza humana correcta como renunciar al matrimonio, la abstención monástica, la homosexualidad, la reclusión de la sociedad, el materialismo excesivo o la búsqueda de gratificación física sin importar las necesidades y requisitos espirituales.
Toda persona que contemple las enseñanzas religiosas islámicas transmitidas por Dios a través del Profeta Muhámmad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) notará un equilibrio entre los diversos aspectos de la vida humana: entre la necesidad física del cuerpo de comida y bebida; el matrimonio y los derechos civiles; la necesidad del alma de adorar y purificarse moralmente y la necesidad del intelecto de obtener conocimiento, investigar y descubrir.
El Islam ha establecido un completo equilibrio para todas ellas sin exceder los límites en ningún aspecto. Y lo confirmó prohibiendo el exceso y la falta de moderación tal como prohíbe la negligencia y la apatía. El Islam ordena la moderación en todas las situaciones y su legislación fue establecida para alcanzar dichas metas. Clarifica los límites que no son inconsistentes con la naturaleza humana y el rol para el cual fue creado el hombre: el servicio de Dios y el desarrollo del mundo de forma benéfica individual y socialmente. La ley islámica permite todo lo que tenga un beneficio potencial para la humanidad y prohíbe todo lo que sea dañino o vaya en detrimento de la vida.
Los siguientes son algunos de los versículos coránicos revelados al Profeta Muhámmad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) sobre estos aspectos.
“Y os sometió cuanto hay en los cielos y la Tierra por Su gracia. Ciertamente en esto hay signos para quienes reflexionan.” (45:13)
Es decir que Dios no creó este universo para que permanezca ignorado sin beneficio alguno. Las palabras “Y os sometió” indican que se ha facilitado al ser humano la exploración y descubrimiento para beneficiarse de sus elementos y riqueza, aunque aclara que el concepto de responsabilidad que implica la correcta y responsable utilización, sin depredar ni destruir.
También dijo:
“Y trata de ganarte el Paraíso con lo que Dios te ha concedido, y no te olvides que también puedes disfrutar de lo que Dios ha hecho lícito en esta vida. Sé generoso como Dios lo es contigo, y no corrompas la Tierra; ciertamente Dios no ama a los corruptores.” (28:77)
Y Dios describió a sus siervos de la siguiente manera:
“Hombres a los que ni los negocios ni las ventas les distraen del recuerdo de Dios, la práctica de la oración prescrita y la caridad anual obligatoria.” (24:37)
Los creyentes incluso cuando hacen negocios, no olvidan las obligaciones espirituales y morales debido al temor de enfrentarse a Dios en el Más Allá. Imagine la conducta de los empresarios con este tipo de creencia y carácter moral. La historia da cuenta que los mercaderes musulmanes fueron la causa de la expansión del Islam en regiones tan distantes y vastas como Indonesia y Sudán, sin conquistas militares, al contrario de lo que afirman quienes no estudian correctamente la historia.
Dijo Dios:
“Después de ellos enviamos a Nuestros Mensajeros. A Jesús, hijo de María, le revelamos el Evangelio, e infundimos en los corazones de quienes le siguieron la compasión y la misericordia. Ellos establecieron el monacato sin que se lo hubiéramos prescripto, sólo por deseo de satisfacer a Dios, pero aún así no lo observaron como pretendían. A quienes de ellos hayan creído sinceramente les recompensaremos, pero muchos fueron corruptos.” (57:27)
Muhámmad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él), el Profeta del Islam, presentó los mejores ejemplos y directivas respecto al equilibrio entre espiritualidad y materialismo. Él se molestaba con quienes se oponían a la naturaleza humana innata y las tradiciones de los profetas y mensajeros. Una vez, oyó que unas personas, que estaban adorando a Dios, habían hecho un juramente de no dormir, no casarse y no comer ni beber. Su postura frente a ellos fue una estricta determinación de mantener el equilibrio que se le había encomendado enseñar. Anas bin Malik dijo lo siguiente:
“Tres personas fueron donde la familia del Profeta para preguntar sobre cómo adoraba a Dios el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él), y cuando se les informó, lo consideraron poco y dijeron: ‘¿Cómo podemos compararnos al Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) si Dios le ha perdonado sus errores pasados y futuros?’. Entonces, uno de ellos dijo: ‘En lo que a mí respecta, oraré toda la noche y no dormiré’. Otro dijo: ‘Yo ayunaré todos los días y no romperé mi ayuno’. El tercero dijo: ‘Yo evitaré las mujeres y nunca me casaré’. Cuando el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) se enteró de ello, preguntó: ‘¿Son ustedes los que dijeron eso? Juro que soy el más consciente y más temeroso de Dios de ustedes, pero yo ayuno y rompo mi ayuno, rezo pero también duermo, y me caso con mujeres. Todo aquel que rechace mi Sunnah (instrucción y ejemplo) no es uno de los míos.”
El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) alentaba el trabajo y afirmaba que es la mejor y más digna fuente de ingresos. Dijo en una ocasión:
“Nadie ha comido mejor comida que la ganada con el trabajo de sus propias manos; el Profeta David solía comer sólo del trabajo de sus manos.”
والحمد لله رب العالمين ... عباد الله استغفروا الله
الخطبة الثانية
الحمد لله ثم الحمد لله ... عباد الله اذكروا الله وراقبوه مراقبة من يعلم انه يسمعه ويراه فهو القائل واعبدوا الله ولا تشركوا به شيئاً قال تعالى اذكرون أذكركم
“Dios no os prohíbe ser benevolentes y equitativos con quienes no os han combatido por causa de la religión ni os han expulsado de vuestros hogares, pues ciertamente Dios ama a los justos.” (60:8)
La Tolerancia y la Coexistencia
Muhámmad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) estableció las bases para la tolerancia entre las personas. En el Corán, Dios le reveló a Su Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) que no debe haber imposición en las creencias. Muhámmad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) también aclaró los derechos de los no musulmanes que no agredan a los musulmanes, y garantizó la protección de sus vidas, su propiedad y su honor. Aún hoy, existen ciudadanos judíos y cristianos viviendo en paz y seguridad en muchos países musulmanes; muy diferente de la situación de las Inquisiciones españolas en las que musulmanes y judíos fueron exterminados en una limpieza étnica y religiosa que violó todos los principios humanitarios establecidos por la cultura occidental.
Uno de los más grandes principios de la religión traídos por Muhámmad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él), el Profeta de la Misericordia, fue que la aceptación del Islam, ya sea por individuos o grupos, queda librada a la convicción personal, y que la invitación al mismo debe basarse en la sabiduría y el buen consejo, no en la cocción. Esto se menciona en muchos pasajes del Corán y las enseñanzas proféticas (Sunnah). Por ejemplo, dijo Dios en el Corán:
“No está permitido forzar a nadie a creer. La guía se ha diferenciado del desvío. Quien se aparte de Satanás y crea en Dios, se habrá aferrado al asidero más firme [el Islam], que nunca se romperá. Y Dios es Omnioyente, Omnisciente.” (2:256)
Y también dijo:
“Y diles: La Verdad proviene de vuestro Señor. Quien quiera que crea y quien no quiera que no lo haga.” (18:29)
Además, la religión transmitida por Muhámmad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) se ocupaba también de los no musulmanes. La misma prohibió agredirlos y de hecho ordenaba ser amables y correctos con ellos. Pues el Corán dice:
“Dios no os prohíbe ser benevolentes y equitativos con quienes no os han combatido por causa de la religión ni os han expulsado de vuestros hogares, pues ciertamente Dios ama a los justos.” (60:8)
Y entre los principios más grandiosos establecidos por el Islam está el respeto por los derechos de los no musulmanes, ya sea que estén bajo la protección de un estado islámico o fuera de él. Todos y cada uno de ellos tienen derechos que deben ser respetados por todos los musulmanes, tal como se protegen a sí mismos, a sus propiedades, a sus mujeres y a sus hijos. Ningún musulmán puede transgredir este límite de ninguna forma. El Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo:
“Aquel que mate a una persona que está protegida bajo un tratado no olerá la fragancia del Paraíso. Ciertamente, su fragancia será reconocible a cuarenta años de distancia [de viaje]”.
El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) también dijo:
“Ciertamente, una persona que ataca a otra protegida bajo un tratado o la menosprecia, le obliga a trabajar o le quita algo contra su voluntad, yo seré su oponente el Día de la Resurrección.”
En las cortes legales de un estado islámico los musulmanes y los no musulmanes son iguales ante un juez. Al-Ash’az narra el siguiente episodio:
“Hubo una disputa entre un judío y yo por una parcela, por lo que lo llevé donde el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él), quien dijo: '¿Tienes alguna evidencia?'. Le dije que no. Él le dijo al judío: ‘Haz un juramento'. Le dije: ‘Oh Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él), cuando jure, me quitará mi propiedad'.
Entonces, Dios reveló este versículo:
“Quienes cambiaron el compromiso que tomaron con Dios por un vil precio y faltaron a sus juramentos, no tendrán ninguna recompensa en la otra vida. Dios no les dirigirá la palabra ni les tendrá compasión el Día de la Resurrección, no les purificará y tendrán un castigo doloroso.” (3:77)
Esta condición ha continuado en tierras musulmanas hasta el día de hoy. Los judíos, cristianos y seguidores de otras religiones han vivido en regiones musulmanas disfrutando seguridad, justicia y tolerancia que rara vez encuentran afuera. La exterminación masiva de miembros de una raza o religión en particular sigue siendo una práctica común en algunos países que no son musulmanes, y es una evidencia del valor que el Islam les ha ofrecido a los demás. De igual forma, los musulmanes han sufrido limpiezas étnicas y persecución religiosa; la más infame de ellas fue la Inquisición Española. Ni siquiera perdonaban a cristianos de otras denominaciones, mucho menos a judíos y otros, quienes pudieron refugiarse con seguridad en diversos países musulmanes de África.